bellas ideas de la bella cin! :)
¿Qué hace lazo? Aprendemos a desear en el trayecto que va desde el útero hasta aquí, nuestros intereses y apetitos más profundos fueron cobrando forma (siempre inacabada) a partir de vivencias, relaciones, búsquedas, todas tan particulares pero sí definidas por nuestras trayectorias -elemento que quizás sea el común a todas-.
Amor, terreno despojado de deberes y mandatos. Amor que patea los tableros, temporal de lluvia y viento que llega sin aviso y se lleva los techos de todos los prejuicio-s, pero-s, no-es y nos deja desnudos, con el corazón expandido en todo el cuerpo, retumbando como un tropel de corceles en celo. Pero es más que esto…
Amor agarradito de eso que el otro DICE QUE ES, amor amarradito a eso que el otro REALMENTE ES, llamarse Ernesto como metáfora del universo de palabras con las que decimos YO SOY, yo REALMENTE soy, ¿hay otra cosa? ¿hay un “realmente- detrás” de mis palabras? Somos palabra, somos materia investida de sentidos, somos deseo, deseo deseante… materia que sola no es nada, cuerpos que hace miles de años no se conforman con calmar un instinto, cuerpos que sueñan, que buscan reconocerse en otros que sueñan.
El amor como el encuentro de los seres en un deseo, chatroom de los deseos, deseos que buscan compañía, amor como el encuentro en el océano de los cuerpos que desean, hechizo del encuentro que le sigue a la búsqueda, amor secuela deliciosa del otro sobre uno, efecto que nos sacude en todo lo que somos, que hace hacer, efecto que nos afecta para afectar, gestos que buscan hacer recíproca la conmoción, tomarte de la mano, sumergirte en mi deseo.
Amor correspondido, amor no correspondido, ahogos en pupilas distantes o vibraciones en los ojos que me miran y se cierran para acercarse a mis labios.
Y si no es Ernesto? Amor dependiente de una cuota de imaginación que completa los retazos de otro que tenemos. Amor como aceptación implícita de las reglas de un juego en el que se arriesga todo, juego de valientes, juego en el que se niega el juego como juego, juego en el que se juega al para siempre, juego en que por regla general se pierde y excepcionalmente se gana.
Amor-conexión, niveles de conexión, amor de raíces profundas o amor efímero, volátil… pero libre –o muerto- que se busca a sí mismo en los fragmentos de otros que se cruzan en nuestra senda mil veces trazada, plan que se replanifica sobre la marcha, marcha de mochilas cada vez más llenas de otros.
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martes, 15 de enero de 2008
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